El Espíritu Santo: nuestro aliento en las fatigas

0

En los torneos deportivos, cuando podía haber público presente en las tribunas, se alentaba al propio equipo con cantos y aplausos. Cuando pasamos por situaciones personales de tristeza u oscuridad, valoramos mucho las palabras de aliento y los gestos de cercanía.

En la Biblia (como en otros lugares) la palabra “aliento” se utiliza para expresar la vida. En el libro del Génesis se relata la creación del ser humano a partir de un muñeco de barro al cual Dios le sopla en la nariz el “aliento de vida”. También en la mañana de la Pascua, Jesús Resucitado comunica a sus discípulos que el Espíritu Santo “sopló sobre ellos y les dijo ‘reciban el Espíritu Santo’ ”, evocando a aquel primer soplo de vida.

Hoy celebramos la Solemnidad de Pentecostés, la Fiesta del Espíritu Santo, el cual tiene un rol fundamental en la vida personal y comunitaria de la fe.

San Pablo afirma con claridad que “nadie puede decir ‘Jesús es Señor’ sino está movido por el Espíritu Santo” (I Cor 12, 3). La fe cristiana no es una corriente filosófica. No se comunica en una clase compuesta de teoría y práctica. A veces entendemos la catequesis como estudiar. Es cierto que conocer más nos ayuda a tener más claridad de algunos temas.

Pero la fe es encuentro con Cristo Vivo. Se alimenta de la Palabra, los Sacramentos, la vida de la comunidad, la actividad misionera, el servicio a los pobres. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. La anima y alienta en la vocación misionera. Sostiene el servicio en la caridad, la visita a los enfermos, la asistencia a los pobres. Sin el Espíritu Santo la Iglesia se desfigura y se mueve con los criterios de una ONG piadosa. 

El Espíritu Santo suscita la audacia misionera. Fortalece a los hombres y mujeres de fe para “poner el pecho” a los desafíos que surgen en el camino, y no achicarse ante las dificultades. En la vida personal y comunitaria es común que tengamos que transitar un camino sinuoso, con quebradas y callejones en los cuales es difícil percibir la salida. No andamos por senderos serenos, llanos y apacibles. San Pablo sufrió persecuciones, cárcel, naufragio, burlas, torturas, humillaciones, desprecios. Nos confió su experiencia: “El Espíritu Santo me lleva de ciudad en ciudad…”. (Hc 20, 23)

En una época marcada por la fragmentación de las personas, las sociedades, el Espíritu inspira en el corazón del pueblo los anhelos de una búsqueda en común. La Iglesia está llamada a estar en las periferias acogiendo la fragilidad y siendo signo del Reino de Dios que crece desde la levadura. La acción del Espíritu se da por desborde, no en cuentagotas. Mueve e impulsa.

Durante esta semana, estuve participando de modo presencial desde Trujillo (Perú) de la 38º Asamblea del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Estamos compartiendo experiencias tan variadas y que nos hermanan a la vez. Los obispos nos escuchamos en sintonía real con el camino de escucha que estamos transitando como Asamblea Eclesial en Latinoamérica y el Caribe. Tanta riqueza nos sostiene e impulsa, nos “levanta la vara” en nuestro servicio: “Asumimos la realidad desde la dinámica de las redes, ofreciendo lo que ya se tiene, generando procesos y no eventos. Generando espacios de servicio y no de poder”, profunda reflexión que nos regaló monseñor Azuaje.

Siguiendo la audacia evangelizadora a la que estamos llamados los cristianos, el Papa Francisco nos convocó este viernes 21 a un camino sinodal en la Iglesia en todo el mundo desde octubre del 2021 a octubre del 2023 con el lema: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Qué alegría nos da este impulso universal. Ya les iremos compartiendo más informaciones. Mientras tanto, pueden ver este video-invitación: https://www.youtube.com/watch?v=TOWnWPnumOw&feature=emb_imp_woyt

Este lunes 24 de mayo tendremos presente a nuestra mamá Auxiliadora, María Auxiliadora, la que viene apurada por hacer el bien entre nosotros sus hijos. “Dulce doncella” le cantaremos junto a la familia salesiana que la venera con especial cariño.

El próximo martes 25 de mayo celebramos una nueva fecha Patria muy significativa. Le pedimos a Jesucristo, el Señor de la Historia, nos ayude a fortalecer la participación ciudadana.

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

Deja una respuesta