La comunidad judía celebra el Rosh Hashaná 5782 esperanzada en superar la pandemia

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COMUNIDAD JUDIA

En las puertas de un nuevo año judío, el Rosh Hashaná, que iniciará con la aparición de la primera estrella de la tarde del lunes 6 de septiembre, cuando los creyentes harán sonar 100 veces el shofar, un antiguo instrumento de viento hecho a partir del cuerno de un carnero, rabinos argentinos reflexionaron sobre el mensaje de «esperanza» que encierra esta celebración mientras intenta superar la pandemia de coronavirus.

«En pocas horas vamos a estar comenzando un nuevo año judío, el Rosh Hashaná (cabeza del año), 5782 años desde la creación del mundo, o como alguno sabios sugieren, desde la creación del hombre», dijo a Télam Marcelo Bater, rabino de la Comunidad Dor Jadash de la calle Murillo en el barrio porteño de Villa Crespo.

Bater explicó que se trata de «una fiesta donde nos congregamos para rezar, pedir por buenos deseos y agradecer», y destacó que «nos vuelve a tocar festejar al igual que el año anterior, en medio de la pandemia».

«Una pandemia que se llevó miles de vidas, que nos muestra nuestras mejores virtudes y defectos. Que de alguna manera nos desnuda como ‘seres humanos’ y que nos invita a una verdadera introspección, al igual que el año nuevo judío», agregó.

A partir de esta celebración, la comunidad judía abre un período de reflexión y arrepentimiento sobre los pecados del año que culmina, que concluye el décimo día con la celebración de Iom Kipur o Día del Perdón.

El seminarista Sebastián Hochstein, que oficia en la Comunidad Pardés, creada por el rabino Baruj Plavnik -que acompañó a los soldados judíos en la guerra de Malvinas y fallecido hace pocos meses por coronavirus- comentó que «Rosh Hashaná no se centra en el año por venir, sino en el año que estamos dejando atrás. Y nos preguntamos: ¿Qué sucedió en el año que se va? ¿Quiénes fuimos este año?».

De ahí que Hochstein indicó que «el sonido del shofar que escuchamos durante Rosh Hashaná nos invita -justamente- a despertar el corazón, a poner atención en ese sonido agudo y penetrante para oír lo que hay detrás, una voz que susurra. Escuchar de verdad requiere atención y concentración del espíritu».

Sobre este punto, Bater agregó que en esta celebración «nos paramos ante Dios y nos miramos hacia adentro, el camino que recorrimos en el año que termina y el que queremos recorrer en el que está comenzando».

«Por eso cada día es una oportunidad», subrayó Bater, y explicó que «los Iamim Noraim» (los días hasta el Yom Kippur), son días de arrepentimiento y reflexión que nos invita a mirarnos en ese espejo interior y a replantearnos ¿dónde estamos parados? Una pregunta a la que cada uno tendrá su propia respuesta».

En medio de una pandemia que tiene a toda la humanidad en vilo, la celebración de la comunidad judía cobra una significación muy particular que los rabinos consultados por Télam ponen de manifiesto.

«En los tiempos que vivimos pareciera que esta tarea se vuelve más difícil, y nos demanda más energía del alma. Sé que no es fácil, pero es importante que todos hagamos el ejercicio de la pausa, no a pesar de los tiempos difíciles, sino sobre todo por los tiempos difíciles», indicó señaló Hochstein.

«Hace un año y medio vivimos bajo la tormenta, con angustias, pérdidas y miedos», subrayó el seminarista, «pero la tormenta pasará, el sol se pondrá en el cielo, y los que quedaremos seremos diezmados por los fuertes vientos que nos tocó atravesar».

De ahí que Hochstein destacó, que «es importante hacer el ejercicio de reunir nuestras partes dispersas, las luminosas y aquellas que sólo aparecen en la oscuridad. Preguntarnos quiénes somos y quiénes podríamos ser. No es un ejercicio nostálgico, sino que se trata de revisar el pasado para tomar el impulso que nos permita proyectarnos hacia el futuro», aseguró.

También Bater se preguntó si en esta pandemia mundial «¿aprendimos a ser más solidarios?, ¿aprendimos a ver al otro y a amarlo como a nosotros mismos?, ¿aprendimos a entender que cuidarse uno es cuidar al otro?».

El rabino invitó a interrogarse si en estos «5782 años desde la creación del mundo, o del ser humano, aprendimos algo«.

Este período de reflexión no debe estar marcado por sentimientos negativos, coincidieron los consultados.

«Este año, al comenzar nuevamente tenemos la posibilidad de plantar la semilla que algún día crecerá. De regar las plantas y semillas que alguien alguna vez sembró para nosotros. Nos da la posibilidad a cada uno de hacer algo diferente, y esta vez, poder hacerlo bien», dijo Bater.

Y agregó que «quizás no veamos la tarea finalizada, pero de nosotros depende el comienzo de la misma. Somos los profetas de nuestro propio futuro. No desaprovechemos esta hermosa oportunidad que nos da este nuevo comienzo».

Para Hochstein, «este lunes al caer el sol estaremos comenzando un nuevo año. Que este año que acabamos quede atrás con sus maldiciones, y el nuevo año llegue renovado con bendiciones», auguró el seminarista que contó que en su comunidad, Pardés, «nos reuniremos en el salón Tribuna Plaza con aforo permitido y el resto de la comunidad participará por Zoom o Youtube».

«La palabra «esperanza» tiene su raíz en la espera», dijo el rabino Daniel Goldman, de la Comunidad Bet-El del barrio porteño de Belgrano.

«Esta espera, a su vez, implica una disposición activa. La esperanza atesora siempre una fuerza que nos convoca a realizar acciones para que la existencia tenga una dinámica de cambio», y observó «la sutil diferencia entre el ‘esperar’ y ‘aguardar'», dijo Goldman.

«El aguardar conlleva el hallarse en un rincón viendo como pasa la vida. Y permanecer en ese rincón sin que el espíritu pueda vislumbrar un crecimiento y una maduración, hace que esa vida sea tediosa, mediocre y alienante», explicó.

«En esta espera por encontrarnos con salud, que nuestro sentido solidario pueda descubrir la energía necesaria para superar todo aquello que enajena al ser humano», concluyó el rabino Goldman a las puertas del año 5782.

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