Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina) y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) Nos puede suceder de querer tanto a alguien que, cada vez que nos distanciamos por alguna circunstancia, nos duele pero a la vez sentimos una forma de presencia más allá de lo físico. El amor no conoce barreras y ni siquiera la distancia lo apaga.

En la unión entre la Virgen María y Jesús se da un acontecimiento particular, de algún modo podemos decir que único.

Desde el momento en que comenzó a crecer Jesús en el vientre de María se dio una unidad corporal que sería también plena y total en el amor. Sin dudas ella fue la que estuvo más unida a Jesús en la tierra. También permanece unida a Jesús en la gloria.

Jesús ha prometido: “donde Yo esté, estará también mi servidor”, y esto lo cumplió cabalmente en su madre.

En ella se realiza la Pascua de Cristo como don para toda la humanidad. María es imagen de la Iglesia, de la comunidad redimida.

Cada 15 de agosto celebramos la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos. Ella es el anticipo de lo que será nuestra plenitud en la gloria. Es expresión de nuestra vocación más profunda.

Vivimos tiempos de conflictos en varios países de América Latina y el Caribe. Actos flagrantes de corrupción, impunidad, caminos democráticos cerrados, incertidumbre, persecución y cárcel para quienes piensan de otro modo. Hace pocos días en el CELAM nos expresamos con un mensaje de solidaridad a partir de la situación en Nicaragua. Te comparto algunos de párrafos: “El asedio a sacerdotes y obispos, la expulsión de miembros de comunidades religiosas, la profanación de templos y el cierre de radios, nos duelen profundamente. Les manifestamos nuestra solidaridad y cercanía.”

“Acompañamos a nuestros hermanos que por distintos caminos buscan ser voz de los que no tienen voz, para construir un diálogo capaz de trazar un camino de unidad y de paz.” “Invitamos a todos nuestros hermanos y hermanas en América Latina y El Caribe a unirnos en oración por el pueblo nicaragüense, sus líderes, autoridades y la Iglesia ya que ‘cuando un miembro sufre, todos los miembros sufren con él’ 1Cor. 12, 26.”

Pidamos a la Virgen nos ayude a construir fraternidad y caminos de diálogo.