Por Pbro. Dr. José Juan García. Partió a la Casa del Padre el papa alemán Joseph Ratzinger. El mismo que el 27 de abril de 2005, al ser elegido Pastor Universal de la Iglesia declaró: «He querido llamarme Benedicto XVI para ligarme idealmente al venerado pontífice Benedicto XV, que ha guiado la Iglesia en un
período complicado a causa del primer conflicto mundial”. Además el mismo nombre evoca la
extraordinaria figura del gran Patriarca del monaquismo occidental, san Benedicto de Nurcia, patrono de Europa junto a los hermanos santos Cirilo y Metodio.
En sus siete años y diez meses de pontificado, no le faltó coraje y determinación. Basta pensar en cómo afrontó el escándalo sobre los abusos sexuales por parte de miembros del clero, poniendo a las víctimas en el primer lugar.
Tuvo humildad para afrontar algunas crisis, como la del discurso en Ratisbona del 12 de septiembre de 2006 en el que abordó la compleja cuestión del Islam y la violencia, o el caso el negacionista del holocausto Williamson, de enero de 2009.
Ratzinger, hacia 2006, expuso al mundo tres principios “no negociables”: tutela del don de la
vida, defensa de la familia, derecho de los padres a la educación de los hijos. Y luego dijo:
“Estos principios no son verdades de fe… Ellos están escritos en la naturaleza humana misma y por tanto son comunes a toda la humanidad. La acción de la Iglesia al promoverlos no posee carácter confesional, sino que está dirigido a todas las personas, prescindiendo de cada sensibilidad religiosa”. Es el núcleo del desafío antropológico que Benedicto XVI había dejado al mundo.
En Asís, en octubre del 2011, convocó a los representantes de todas las religiones al cumplirse 25 años de la primera vez que los reunió Karol Wojtyla para rezar por la paz. Allí quiso para él una silla como las otras, y que una de esas sillas estuviese reservada a un representante de los no creyentes.
Grandes progresos se registraron también en el campo ecuménico, sobre todo con los ortodoxos, con quienes aún hoy se afronta la cuestión central del ejercicio del primado petrino. También se dio un fecundo diálogo con los anglicanos, quienes en buen número en un momento complicado para sus pastores, el Papa les ofreció una mano acogedora y los admitió en la Iglesia Católica en el 2010.

Pbro. Dr. José Juan García.

Las tres cartas encíclicas que Benedicto XVI nos ha dejado – Deus caritas est, 25 de diciembre de 2005; Spe salvi, 30 noviembre de 2007, y Caritas in veritate, 29 junio de 2009 – son la síntesis perfecta de un magisterio de alto pensamiento. Quedarán para el futuro. Incluso dejó casi escrita, antes de su noble renuncia por motivos físicos en 2013, una cuarta encíclica:
“Lumen Fidei” (La luz de la Fe), Bergoglio mismo confesó que fue una encíclica escrita a “cuatro
manos”.
Las Obras Completas de este Papa teólogo se encuentran editadas y constituyen un verdadero
“corpus teológico”.
Retirado en un convento dentro de la ciudad del Vaticano, era frecuente el recibir a periodistas. En una de ellas, relativamente reciente había dicho: “No me preparo para un fin, sino para un Encuentro”. Sin duda, lo estará disfrutando con Dios, a Quien dedicó generosamente toda su vida.