Godzilla vs Kong: el combate del siglo
Parte del denominado “Monsterverse”, el enfrentamiento entre estas dos celebridades de la cinematografía mundial se ha convertido en un éxito de taquilla en los más de 28 países en los que se ha estrenado.
La batalla entre dos de los más populares titanes de la cinematografía tiene en Godzilla vs Kong uno de sus más celebrados capítulos, aunque no podemos aventurar que sea el final, ya que la industria del cine, al no contar con muchas ideas originales, cada tanto reversiona viejos clásicos, como en este caso y sobran los ejemplos.
Dentro de la redituable franquicia que se ha dado a conocer como “Monsterverse” (el universo de los monstruos, a la manera de Marvel o DC Comics) el pasado jueves llegó a nuestras salas este filme del director Adam Wingard, que revive un combate que ya se dio en 1962, nada más y nada menos que de la mano de Ishiro Honda, el realizador japonés que en 1954 legó al cine su máxima creación: Godzilla.
En este sistema de criaturas temibles, Worner Bros. y Legendary Pictures se asociaron para estrenar Godzilla (Gareth Edwards, 2014), Kong: La isla Calavera (Jordan Vogt-Roberts, 2017) y Godzilla: Rey de los monstruos (Michael Dougherty, 2019), ciclo que culminaría con este último filme, ya que por el momento no se han anunciado otras producciones, aunque no sería extraño que revieran esta posibilidad a la luz del enorme éxito de taquilla, a pesar de la pandemia.
En el primer fin de semana de su estreno recaudó 121 millones de dólares en 28 países, con un arranque particularmente auspicioso en China, donde acumuló 70,3 millones de dólares durante tres días. Y todavía falta sumar al público norteamericano, ya que recién será exhibida en el país del Norte a partir del 31 de este mes.
En el filme de Wingard, King Kong vive en un ambiente artificial que permite a los científicos monitorear su crecimiento y seguridad. Allí ha desarrollado un vínculo muy especial con una niña, Jia (Kaylee Hottle), que desempeñará un rol crucial para entender mejor las motivaciones del gran simio. Mientras tanto, Godzilla ha atacado la sede de una empresa tecnológica sin razón aparente. Los movimientos y traslados que de allí en más hagan con King Kong, lanzarán a Godzilla tras él, en un enfrentamiento que amenazará no solo a los dos grandes monstruos, sino al mundo entero.
A partir de esta consigna simple, la cinta de Wingard rescata varios tópicos del cine clase B de los años 1950 y 1960, que tanto dio a la industria en creatividad –qué sería de los efectos especiales sin este precedente- y talento imaginativo. Hay un “científico loco” (Demián Bichir), la humanidad enfrenta sus propios pecados al avasallar la naturaleza y se evidencia el temor a las nuevas tecnologías. En una época Godzilla fue el símbolo de la destrucción que dejaron las bombas atómicas en el país del sol naciente y King Kong, arrancado de su hábitat y exhibido como un fenómeno ante “la civilización”, ha sido tratado desde sus inicios como un monstruo cuando se rebela contra quienes lo pusieron en esa situación. Algo de esto subyace en el filme: la falta de entendimiento hacia la naturaleza propia de estas dos criaturas excepcionales.
Los combates entre los titanes están muy bien logrados, pero algunas subtramas (como la que nuclea las nunca bien ponderadas “teorías conspirativas”, con el personaje de Millie Bobby Brown -Stranger Things- a la cabeza), no agregan más que minutos y contribuyen a disipar la atención del conflicto principal.
El resto del elenco, con figuras como Rebecca Hall (El gran truco) en el rol de Ilene Andrews y Alexander Skarsgård (Big Little Lies) como Nathan Lind, cumplen con dignidad y hacen lo que pueden con un guion que no profundiza mucho en los personajes humanos, porque aquí las estrellas son otras.
Godzilla vs Kong es una producción digna y cumple con su objetivo de entretenimiento. No hay mucho más para pedir a una película “pochoclera” que no decepcionará a los amantes de estos célebres monstruos del séptimo arte.
Fuente: Diario Uno.